¡Bienvenidos!

Somos estudiantes del Instituto Superior de Formación Docente y Técnica Nº 20 , Ext. Vedia.
El objetivo de este blog es compartir nuestros trabajos y nuestras experiencias, para que nos conozcan y juntos luchar para lograr una nueva educación.
Decía Pablo Freire: " Importante en la escuela no es sólo estudiar, no es sólo trabajar, es también crear lazos de amistad, es crear un ambiente de camaradería, es convivir, es unirse".




domingo, 24 de octubre de 2010

Cómo educar a las niñas y niños en igualdad

Al nacer, la identidad de los niños y niñas no sólo viene determinada por el sexo; tradicionalmente, también lo ha estado por el proceso de socialización y por la educación.

La familia es el primer agente socializador del niño y la niña y, al mismo tiempo donde más se puede fomentar y consolidar los roles o estereotipos tradicionales del hombre y la mujer. No obstante, puede ser también uno de los principales entornos donde educar en igualdad a los hijos e hijas.

Ya en los primeros años de vida, los juguetes pueden simbolizar los estereotipos sexistas de esta sociedad. La ‘cocinita’, el maletín de costura, la muñeca con sus complementos de ropa rosa azul, el carricoche de bebé… son algunos ejemplos de juguetes que presuponen el rol que estas futuras mujeres desempeñarán o que socialmente se espera que desempeñen. Independientemente de la actividad profesional a la que dediquen sus vidas, la cocina o la limpieza son ejemplos de actividades que las mujeres tienen asignadas desde niñas. Los niños, por el contrario, se divierten con juegos asociados a la construcción o el transporte, por poner un ejemplo.

De la misma manera, no suele estar bien visto en el seno de las familias que el niño o la niña muestren interés por los juegos asignados al sexo contrario y, aunque este obstáculo se va superando cada vez más, sigue siendo extraño ver a un niño con muñecas o a una niña con coches de carreras. Paradójicamente, al mismo tiempo que del niño se espera que no juegue con la cocinita, se pretende que el hombre colabore en las labores del hogar. Y a la inversa, los coches y camiones que algunos no consideran adecuados para las niñas, se contraponen a una realidad creciente en la que se intenta que la mujer pueda acceder a todo tipo de profesiones.

Varias esferas de la vida familiar determinarán, según el trato, las expectativas y los roles, su forma de comportarse así como el papel que jugará el niño o la niña en el futuro. Por ello, hay que tener presentes situaciones como las que se enumeran a continuación:

Los modelos familiares. El dicho ‘predicar con el ejemplo’ suele ser muy adecuado. En el seno familiar tradicional las ‘labores del hogar’ eran femeninas y los ‘trabajos’ masculinos y cambiar esa concepción es fundamental a la hora de educar a los pequeños y pequeñas en la igualdad. Que el hombre asuma tareas que tradicionalmente estaban ligadas a la mujer y viceversa hará que los niños y niñas crezcan en un ambiente en el que la igualdad entre los sexos sea vista como algo normal. Es importante que el reparto de tareas en el hogar se explique y que todos participen en ellas.
Valorar la diferencia como personas y no como sexos. Es normal que a los hijos/as no se les trate de la misma forma; cada persona es distinta y hay que aprender a que ellos/as valoren que en esa diferencia descansa la riqueza. No obstante, el hecho de valorar y apreciar las diferencias no debe hacerse en función del sexo de la persona y mucho menos potenciarlas en base a ello.
La expresión de los sentimientos. La capacidad de ser más o menos expresivo con los sentimientos es una cuestión puramente personal, interna de cada uno y nada tiene que ver que se trate de un niño/hombre o una niña/mujer.

La elección de las actividades extraescolares. Los familiares deben fomentar la práctica de actividades alternativas sin hacer diferenciaciones en cuanto al sexo. Las habilidades para realizar una u otra actividad no vienen determinadas por el sexo de quien las practica.

El lenguaje. Los familiares deben evitar la utilización de palabras, dichos populares o comentarios sexistas. Es una muestra de sensibilidad hacia el tema que nos ocupa y un modelo de trato igualitario.

Los medios de comunicación. Es aconsejable que los familiares se sienten con los niños y niñas y les expliquen qué están viendo en la televisión, en una revista o en cualquier otro medio de comunicación. Algunos mensajes publicitarios suelen encasillar al hombre y a la mujer en sus roles tradicionales, y los adultos deben ser críticos al respecto. De esta forma se fomenta una actitud responsable.

Los modelos de referencia más próximos para los menores van a ser determinantes en el aprendizaje de valores y actitudes. No hay que olvidar que durante los primeros años las niñas y niños se rigen por la imitación de sus adultos. De ellos depende, en buena medida, que esos comportamientos e ideas se construyan sobre una base de igualdad.

Pequeñas claves:

-Los juguetes no tienen una etiqueta de género. Hay que darle al niño y a la niña lo que le guste, no lo que socialmente le corresponde.
-Hay que hablar con los niños/as sobre la importancia de respetar al otro y de que la riqueza de las personas nunca vendrá determinada por su condición sexual.
-El lenguaje o las imágenes discriminatorias fomentan comportamientos negativos. La familia debe se crítica con ello.

Identificar y actuar ante el acoso en las aulas

La educación de valores y actitudes son necesarias para aprender a convivir y ser un ciudadano capaz de ejercer derechos y asumir responsabilidades.

El debate actual se centra en el aumento de la violencia escolar. Sin embargo, los expertos aseguran que las situaciones de maltrato en las aulas han sido un fenómeno presente desde siempre en los centros educativos, pero que nunca gozó del interés suficiente para ponerle freno. El cambio operado en la sociedad, en parte, gracias a los medios de comunicación que sacan a la luz cada vez más casos de violencia, ha dado lugar a una creciente reacción por parte de los agentes sociales hacia este fenómeno.

El concepto de educación va más allá de la transmisión de conocimientos. Actualmente se considera que paralelamente se debe hacer hincapié en el aprendizaje de valores democráticos donde juega un papel fundamental el entorno social en el que crezcan el niño o la niña. En este sentido, educar en la convivencia y en el respeto hacia los demás es fundamental para crear un ambiente escolar sano y seguro. Es un reto en el que deben estar implicados todos los agentes sociales con una propuesta de intervención integral.

Dentro de este marco global, el sistema educativo, el entorno socio-comunitario, los familiares, las autoridades y el profesorado interactúan a la hora de dibujar las pautas de comportamiento del menor.

En el caso de la colaboración familiar, se considera necesario que ésta se presente no sólo en el ámbito del hogar sino también en la vida escolar, y de esta forma se subraya la importancia de su directa implicación en temas como la participación activa en la vida educativa del niño/a, el conocimiento de las necesidades de los hijos/as, el apoyo en las tareas escolares, la participación en las actividades que fomenten la convivencia entre iguales, el intercambio de información con el profesorado, etcétera.

Abordar e identificar una situación de acoso escolar es imprescindible a la hora de poner freno a las situaciones de violencia. Desde las familias, la observación del comportamiento y referencias escolares del niño o niña son fundamentales para intervenir, tanto si se trata de una víctima, un acosador/a o un espectador de una situación de acoso.

El acoso escolar o bullying, según la terminología inglesa, es toda forma de maltrato o acción de hostigamiento que se lleva a cabo de forma continuada por parte de un alumno/a o por parte de un grupo hacia otro alumno/a. Los investigadores han señalado una serie de características distintivas en el perfil de las personas implicadas en el acoso.

La víctima suele ser poco popular, introvertida, con una baja autoestima, tendiente al aislamiento, etcétera. Aunque al mismo tiempo puede ser un alumno de gran éxito académico.
El agresor se caracteriza por su fortaleza física, comportamientos antisociales tempranos, fácilmente enojable, impulsivo…
El maltrato, que normalmente se produce dentro del entorno escolar pero lejos de la presencia de un adulto (pasillos, baños, vestuarios, salidas o entradas de clase, camino a casa), puede tener consecuencias fatales para la persona que está siendo acosada, al mismo tiempo, puede provocar el desarrollo de un comportamiento futuro más violento e incluso delictivo en el agresor.

En el caso de la víctima, las principales señales de alarma que la familia puede observar son cambios en su actitud, ya que se vuelve más introvertida y triste y apenas tienen relación con sus compañeros/as de clase. Otra señal es que busca cualquier excusa para poder quedarse en casa y no ir al colegio, del cual sólo habla para quejarse del maltrato que recibe por parte de sus iguales. En esta situación es muy importante que la familia de la persona acosada le ofrezca la seguridad y apoyo necesarios para que pueda hablar y denunciar lo que le está sucediendo, le ayude a superar la sensación de culpabilidad y baja autoestima que sufre y le anime a que se lo cuente todo al tutor/a del centro educativo.

En el caso contrario, cuando el hijo o hija es un acosador, el comportamiento violento que tiene en el aula suele reflejarse también en el seno de la propia familia. Muestra una actitud de indiferencia y falta de respeto hacia los derechos y sentimientos de los demás, es impaciente e intenta imponer su voluntad por la fuerza y comunica con frecuencia a la familia que ha tenido alguna pelea o enfrentamiento, al mismo tiempo que relata con orgullo los episodios de abuso o maltrato a compañeros de los que habla con desprecio y superioridad. La familia tiene un papel fundamental en hacer comprender al acosador la gravedad de su comportamiento y las consecuencias que puede tener. Un camino hacia ello es tratar de que comprenda los sentimientos de la persona a la que está haciendo sufrir, darle ejemplos de una actitud basada en una conducta positiva y en el respeto hacia los demás y los beneficios que ello conlleva, así como apoyar todos los cambios positivos que se vayan generando en su conducta.

Junto a las dos situaciones que se acaban de relatar, existe una tercera posición. Entre ambos extremos se encuentra la figura del espectador, el que no interviene directamente en el maltrato pero que tampoco lo denuncia. Generalmente se callan ante la injusticia y justifican su comportamiento en falsas convenciones grupales en las que se descalifica al que sí denuncia los hechos. Estos niños y niñas pueden terminar acostumbrándose a ver la violencia como algo normal en sus vidas y acaban tolerando el maltrato y la agresión como forma de abrirse camino en la vida. En este último caso, las familias tienen el deber de hacerle ver que “no denunciar una injusticia te hace cómplice de ella” y que la violencia no es, ni mucho menos, la medida adecuada para solucionar los problemas o alcanzar sus metas.

Los familiares deben estar atentos ante cualquier indicio que revele que el niño o la niña está participando de alguna forma en una situación de acoso. En el caso de que se detecte, lo primero que deben hacer los familiares es acudir al centro educativo del menor y hablar con los profesores, tutores o cualquier responsable de confianza.

Educar en la prevención del consumo de sustancias tóxicas

Uno de los principales temores a los que se enfrentan todas las familias cuando sus hijos e hijas comienzan a hacerse mayores es el consumo de sustancias tóxicas. Estos miedos cobran aún más fuerza cuando comprobamos que no se trata de un problema relacionado exclusivamente con las clases marginales.

Los jóvenes en edad escolar constituyen uno de los grupos con mayor riesgo a caer en el consumo de sustancias tóxicas, ya sea tabaco, alcohol u otro tipo de drogas. Esto es debido a que la creciente necesidad de autonomía que experimentan los adolescentes les lleva a rechazar la protección de los adultos y a enfrentarse a situaciones y conductas de riesgo que pueden representar una grave amenaza para su desarrollo. Según los estudios, la mitad de los jóvenes se inician en el hábito del tabaco y del alcohol antes de cumplir los 16 años. A partir de esa edad, el consumo puede aumentar hasta niveles muy altos.

Para que esto no llegue a suceder, familia y escuela deben colaborar para promover en los jóvenes los hábitos saludables a seguir, aunque la responsabilidad de los padres y madres es precisamente orientar a sus hijos e hijas para que estos sepan cómo evitar las situaciones en las que alguien les incita al consumo de sustancias tóxicas. No hay que olvidar que los progenitores juegan el papel de mediadores en la conducta de sus hijos, y que tienen que participar e implicarse activamente. En muchas ocasiones, los jóvenes saben más acerca de las sustancias tóxicas, el tabaco o el alcohol que sus padres. En estos casos, es conveniente que las familias que no están en situación de orientar a sus hijos intenten buscar más información sobre las drogas, sus efectos y consecuencias.

En la salud es siempre más rentable la prevención que el tratamiento, tanto en costes económicos como personales. Por ese motivo, algunas de las medidas que las familias deben tomar pasan por potenciar una educación que facilite el diálogo con los adolescentes, ayudarles a organizar el tiempo libre y facilitar que los menores se aficionen a la práctica de algún deporte o actividad de ocio dirigida especialmente a los jóvenes. De esta forma, los adolescentes verán el consumo de sustancias tóxicas como algo innecesario en sus vidas para pasarlo bien.

Primar el diálogo y la confianza
Los padres y madres deben saber que no basta con limitarse a dar una charla puntual, sino que deben educar a sus hijos de forma continuada, adecuando la información a la edad y nivel de conocimiento de los menores. Si los progenitores escuchan los problemas de sus hijos e hijas disminuyen las probabilidades de que estos tomen decisiones erróneas. Por su parte, es importante que las familias confíen y crean en los jóvenes, puesto que es frecuente que los adolescentes deseen mostrar a sus padres que pueden confiar en las decisiones que tomen.

En las conversaciones que las familias mantengan con los jóvenes, padres y madres deben tratar de llevar la charla a la época actual y resaltar los aspectos positivos de no consumir sustancias tóxicas frente a los negativos. También es fundamental que expliquen muy claramente que el uso de sustancias nocivas siempre será un motivo de preocupación y angustia para las familias por el impacto negativo que su consumo tiene sobre la salud y que, en consecuencia, pondrán todos los medios a su alcance para prevenir y evitar que las consuman. Lo mismo ocurre con la elección de los amigos. En la mayoría de las ocasiones, las compañías de los jóvenes influyen en mayor o menor medida en su comportamiento y los hábitos que desarrolla, motivo por el cual los padres y madres deben tratar cuanto antes de que sus hijos se relacionen con un grupo de amigos que desarrollen hábitos de conducta saludables y conocer su círculo de amigos en la medida de lo posible.

No está de más que los familiares supervisen la conducta de los menores, precisamente la falta de control es uno de los factores de riesgo junto con la escasa presencia de normas, las pautas de disciplina muy severas, unos vínculos afectivos débiles entre padres e hijos o la falta de comunicación. Todo ello sin olvidar ser un buen modelo de conducta. Por ejemplo, las estadísticas apuntan a que los niños y niñas cuyos progenitores fuman o beben son más propensos a terminar fumando o bebiendo.

Medidas preventivas:

-Las familias deben informar a los jóvenes acerca de las consecuencias del consumo de sustancias tóxicas.
-Los progenitores deben tener conversaciones periódicas con sus hijos e hijas y escuchar sus problemas.
-Los padres y madres deben resaltar los aspectos positivos de no consumir sustancias tóxicas.
-Las familias deben supervisar la conducta de los menores.
-Es recomendable conocer el círculo de amistades de los hijos e hijas. Una manera sencilla es invitar a los amigos en alguna ocasión a casa.

Vamos a hacer los deberes!. Cómo ayudar a afrontar las tareas escolares a nuestros hijos e hijas

Las familias tienen que ayudar a los niños y las niñas a desarrollar actitudes positivas a la hora de hacer los deberes, a la vez que incidir especialmente en la organización de la agenda escolar, el espacio y el tiempo en el momento de programar las tareas a realizar. También es interesante reforzar las técnicas de estudio. Pero, ¿cómo lograr que los deberes sean una experiencia más positiva para los hijos e hijas?

En primer lugar, es importante que los y las menores entiendan por qué es importante que hagan los deberes encomendados cada día. Es una tarea de los padres y las madres explicar a sus hijos e hijas que nada que realmente merezca la pena se consigue sin esfuerzo y que, por ello, es necesario seguir trabajando después de clase. La familia debe recordar a los niños y niñas que hace falta que practiquen mucho con los conocimientos que aprenden a diario para llegar a poder dominarlos con facilidad.

Es importante, también, que las familias fijen una hora y un lugar para que los y las pequeñas hagan sus deberes. El lugar escogido puede ser cualquiera donde se pueda trabajar cómodamente y donde no encuentren demasiadas distracciones, aunque es preferible que cuenten con un área, aunque sea pequeña, especialmente destinada al estudio, porque así los niños y las niñas cuentan con un rincón donde mantener sus útiles y herramientas de aprendizaje, como los bolígrafos, los cuadernos, el atlas o los rotuladores, siempre en un mismo lugar. Además, según los psicólogos especializados, el estar en un área especial evoca un sentido de propósito en los escolares y los ayuda a concentrarse en las tareas que tienen. Lo que es un error es obligar a los niños y las niñas a hacer sus tareas siempre en una mesa concreta o en una biblioteca, no pasa nada si ellos y ellas prefieren trabajar una atmósfera más informal y relajada. Pueden hacer los ejercicios en el sillón o en la mesa de la cocina, por ejemplo, lo importante es que estén cómodos y que no existan distracciones a su alrededor. Eso sí, una regla de oro es no dejarles nunca hacer los deberes con la televisión encendida, porque esto fomenta malos hábitos de estudio.

Es más importante, en cambio, que los deberes se acepten como parte de la rutina diaria. Siempre tiene que haber un tiempo reservado para las tareas escolares, incluso los días que no se tengan deberes, los niños y niñas tendrán que aprovechar el tiempo de estudio en actividades relacionadas con los conocimientos que ha adquirido, como, por ejemplo, en leer y escribir.

Para ayudar a los niños y las niñas a planificarse es importante saber cuánto tiempo tendrán que dedicar cada día a los deberes, esta información la podrán conseguir en la reunión de padres y madres con los profesores y profesoras o poniéndose en contacto a principio de curso con el tutor o la tutora. Con todo y con esto, no se puede determinar una hora fija para que todos los niños y las niñas hagan los deberes. Algunos y algunas conservan sus energías cuando vuelven del colegio, pero otros y otras necesitan descansar un rato. Por eso, es importante que la familia haga partícipe a los hijos y las hijas de la decisión acerca de cuál será el mejor momento. Sería conveniente que si en la familia hay varios hijos o hijas se escojan tiempos de estudio simultáneos, ya que si no se hace así, es muy probable que acaben molestándose unos a otros.

A la hora de planificar la realización de tareas pendientes o inacabadas y ejercer cierto control de los deberes, es fundamental habituar a los y las jóvenes en el uso de la agenda escolar, en ella podrán anotar las tareas que han de terminar, los temas a estudiar y los plazos para entregar un trabajo o preparar un control.

Los y las escolares deberían acabar sus deberes, como muy tarde, unos cuarenta y cinco minutos antes de irse a dormir, para que puedan disfrutar un poco de tiempo libre y de relax.
Otro tema es cuánto ayudar a los hijos e hijas a hacer los deberes. Es importante que las familias den aliento a los y las escolares, pero eso no significa tener que resolverles todas las dudas. Es buena idea sentarse cerca de los niños y las niñas mientras hacen sus tareas para que sientan su apoyo. También es importante ayudar en ciertas partes de la tarea e, incluso, participar escuchándoles cuando leen en voz alta o explicándoles algún punto que el niño o la niña no entienden bien, por ejemplo, pero no hay que convertirse nunca en el padre o la madre que “hace los deberes”.

Si el niño o la niña se resiste a hacer los deberes hay que explicarle las consecuencias claras de esto. Determinar qué sucederá si sus hijos e hijas fallan en cumplir sus obligaciones. Una idea es identificar varias actividades o privilegios de los que los niños y niñas disfrutan todos los días. Si cumplen las expectativas establecidas, continuarán disfrutando de esos privilegios. Si no cumplen, algunos o todos se podrían suspender.

Cuando se deban suspender los privilegios, hay que hacerlo con firmeza, sin enfados pero consecuentemente.

Finalmente, una vez que el o la escolar ha terminado sus deberes es interesante que las familias los revisen, ésta es una manera sencilla de demostrar que se está interesado en las cosas de los niños y las niñas. Por eso, hay que revisar que el trabajo esté completo, no que esté correcto.

Pequeños trucos:

-Explicar a los niños y niñas para qué sirven los deberes.
-Fijar una hora y un lugar para hacer las tareas cada tarde.
-Hay que ser consejero, no hacerles los deberes.
-Hay que buscar lo positivo y evitar críticas.
-Hay que revisar los deberes, no corregirlos.
-Fomentar el empleo de la agenda escolar como herramienta de planificación y control de tareas.

¿Cómo pueden los padres y las madres fomentar el gusto por los libros en sus hijos e hijas?

Sabemos que leer es importante y provechoso, que mejora el rendimiento académico de los niños y las niñas y que tiene muchos beneficios en la vida cotidiana. Está comprobado que las niñas y los niños lectores ganan en agilidad mental, se concentran más y acostumbran a sacar buenas notas. Pero… ¿cómo conseguimos que nuestros hijos o hijas se interesen por la lectura?

A leer suelen enseñar en la escuela, pero los verdaderos lectores, aquellos que disfrutan realmente con la lectura, se forman en el ámbito familiar. Los padres y las madres son los responsables de crear el clima adecuado para fomentar el hábito de la lectura entre sus hijos e hijas implicándose a fondo en el proceso.

Es fundamental que los niños y niñas vean que en casa se lee. Ésta es una recomendación tan elemental que no necesita explicarse demasiado: de padres y madres lectores, en general, surgen hijas e hijos lectores.

Si un niño o una niña no ve a sus padres leer, por el contrario, puede que crezca sin el hábito de dedicar parte de su tiempo a sumergirse en las letras y a enfrentarse con aventuras fascinantes. Es precisamente en la primera década de la vida cuando las personas pueden adquirir este hábito, en estos diez años se tiene la oportunidad de asimilar para siempre el placer de leer como una necesidad consentida y deseada.

Los pedagogos afirman que se aprende a disfrutar de la lectura y, por tanto, hay que ser conscientes que se trata de una cosa que se puede enseñar. Por eso es básico el núcleo familiar. Enseñar a leer es la asignatura que las familias deben transmitir a sus hijos e hijas, teniendo en cuenta siempre su carácter, motivación, gustos e intereses.

En definitiva, el reto es estimular la curiosidad por los libros. Hay que ser conscientes de que cada edad tiene una lectura adecuada. El niño y la niña de hasta tres años, los llamados ‘prelectores’, por ejemplo, deben comenzar con grandes láminas de imágenes, para pasar paulatinamente a los libros de letra grande y muchos dibujos. Los más pequeños se sentirán también muy atraídos con los cuentos con ilustraciones, que puedan seguir aún sin saber leer.

A esta edad es muy importante que los padres y las madres saquen sus dotes de actores y actrices para representar los cuentos que le explican a sus hijos e hijas y es muy importante que fijen una “hora del cuento” para compartir cada día un rato leyendo con los pequeños. También es importante saber elegir bien los temas de los libros, que deben coincidir con el momento de desarrollo del lector. Se comienza a leer sobre el mundo que le rodea, después le interesan otras realidades: magos, islas, aventuras, etcétera.

Otra recomendación importante que hay que recordar es que nunca se debe obligar una lectura concreta. A un chico o una chica de doce años, por ejemplo, le gustarán los libros de aventuras que le enganchen… y no una novela histórica, porque se le puede atravesar, puede que no lo entienda y quizás no se acerque a ellas nunca más. Las cifras son claras: hoy en día, hasta los doce años aproximadamente, se lee más que nunca. Y es porque, en general, en los colegios se potencia la lectura de obras agradables. Pero después las cifras decaen y muchos chicos y chicas mayores de trece años se alejan de la literatura porque las lecturas que les recomiendan están muy alejadas de sus circunstancias vitales. Hay muchos más factores que favorecen el fomento de la lectura, pero en cada entorno familiar debe encontrar sus fórmulas.

Desde luego es importante dedicar muchos ratos a leer por el placer de leer, sin más, sin esperar nada a cambio, sólo por el gusto de fabular. Conviene, también, regalar libros por placer, para que los menores no vean la literatura como algo académico.
Pequeños trucos:
Prelectores:
-Dejar que jueguen y toquen los libros infantiles a su gusto.
-Sentarles en el regazo y enseñarles los dibujos de los cuentos.
-Contarles cuentos personalizados.
-Que vean leer a sus padres y madres.
-Regalarles libros.
Empiezan a leer:
-Comentar los libros que estamos leyendo.
-Buscar libros indicados para su edad y apropiados a sus gustos.
-Visitar frecuentemente la biblioteca más cercana.
-Leerles cuentos.
-Regalarles cuentos.
Ya leen:
-No obligarles a que estén sentados para leer.
-Suscribirlos a alguna publicación que les interese.
-Comentar los libros que estamos leyendo.
-Dejarles ir solos a la biblioteca del barrio.
-Regalarles libros.

Educar para la salud. Educar para la vida

La salud hoy por hoy ya no se considera simplemente como la ausencia de enfermedad, sino que se entiende que una persona está sana cuando goza de un estado de bienestar general y es consciente de ello.

La Organización Mundial de la Salud define la Educación para la Salud como “el proceso educativo dirigido a dotar a las personas y a la comunidad de la capacidad de aumentar su control sobre los factores que tienen influencia sobre su salud”. Se busca que las personas sepan, pero también que quieran y que puedan comportarse de forma saludable, mediante el desarrollo de todas sus capacidades y a través de la reflexión, la creatividad, la motivación, el espíritu crítico, la autoestima y la autonomía. En educación para la salud, como en cualquier tema de educación en valores, juega un papel fundamental la familia. Muchos de los hábitos y costumbres que se adquieren de la familia acompañan a las personas a lo largo de toda la vida. Para ello, los padres y las madres deben tener en cuenta la necesidad de inculcar en sus hijos e hijas los valores necesarios para que desarrollen estilos de vida saludables y autonomía personal.

La salud individual y colectiva está influenciada por el medioambiente, los estilos de vida, la asistencia sanitaria y la biología humana. Desde el entorno familiar, es prioritario inculcar hábitos que serán incorporados en la vida diaria, al tiempo que se favorece un desarrollo integral de las niñas y los niños.

Inculcar hábitos a edades tempranas
Muchos de los hábitos saludables comienzan siendo como un juego de imitación de las conductas de las personas mayores, con el interés que tiene para los niños y las niñas el hacer las cosas por sí mismos: aprender a vestirse, a lavarse los dientes, a comer sin ayuda, a hacer la cama, a recoger las cosas… Potenciar el elemento lúdico del aprendizaje facilita la adquisición de los hábitos: utilizar una pasta de dientes de sabores que sea diferente a la de los adultos o un cepillo infantil, colocar un pequeño banco que les permita llegar al lavado por sí mismos, no preocuparse porque se manchen cuando aprenden a comer, presentar las comidas de forma original para que resulten atractivas, dejarles que nos ayuden a cocinar o a decidir qué vamos a comer… Para conseguir incorporar esos hábitos saludables a las rutinas diarias hay que ser constantes e insistir sin desfallecer para que el proceso educativo madure y dé sus frutos.

La alimentación
Una alimentación saludable es uno de los pilares del buen estado general y del rendimiento escolar. Será la que proporcione los nutrientes necesarios para un adecuado crecimiento y desarrollo y posibilite la necesaria actividad física. En consecuencia, se adaptará a las necesidades de cada persona, a las diferentes etapas del crecimiento y al ejercicio físico realizado. Es primordial que los padres y madres alimenten a los menores de forma equilibrada, variada y suficiente. Hoy por hoy, se relaciona la alimentación saludable con la prevención de determinadas enfermedades como las cardiovasculares o las derivadas de la obesidad. También está relacionada con la valoración que hacemos de nosotros mismos a través de nuestra imagen corporal y la aparición de trastornos alimentarios.

La higiene
La higiene personal es otro de los factores a tener en cuenta por la familia a la hora de inculcar hábitos en niñas y niños. Tras la ducha diaria nocturna, que les permitirá descansar mejor, ellos y ellas pueden preparar su ropa para el día siguiente, acostumbrándose a cambiar diariamente la ropa interior. El lavado de las manos antes y después de las comidas, el lavado de los dientes después de las comidas…, son hábitos que desde muy pequeños, niños y niñas, incorporan como una rutina más y para los que van adquiriendo una paulatina autonomía.

El descanso y la actividad
Tan importante como dormir las horas suficientes es mantener una actividad física saludable. Respetar las horas de descanso permitirá a nuestros hijos e hijas estar en disposición de enfrentarse a un largo día de trabajo en la escuela y fuera de ella. Es conveniente, en este sentido, que no dispongan de una televisión en su habitación o de un ordenador y que estos estén en las partes comunes de la casa.
Entendemos por actividad física saludable aquella que nos permite movernos, con la que nos divertimos, que nos aporta bienestar y que no está enfocada a la competición: jugar en el parque, andar en bicicleta, nadar, pasear, jugar en la playa o practicar un deporte en equipo, en un ambiente donde todas las personas puedan hacer su aportación al grupo según sus capacidades, siempre en el respeto a la diversidad.

La prevención del consumo de drogas
El consumo de drogas provoca en la sociedad y en las personas grandes problemas que afectan en gran medida a los jóvenes y a sus familias, y no sólo desde el punto de vista de la salud. Es necesario que la familia y la escuela colaboren estrechamente y aúnen esfuerzos para actuar de forma coherente y sean ambas fuentes promotoras de salud y de modelos saludables. Potenciar una educación que facilite el diálogo, ayudar a organizar el tiempo libre, facilitar que los menores se aficionen a un deporte, pueden ser herramientas eficaces para lograr tales objetivos.
La autonomía personal
Son varios los elementos que configuran la autonomía personal. Por una parte, está la salud emocional y el desarrollo de la autoestima. Relacionada directamente con la educación afectivo-sexual, nos permite conocernos mejor a nosotros mismos, saber escuchar a los demás, dar nuestras opiniones, tolerar las frustraciones, comunicarnos con las otras personas, decir que no, pedir ayuda y ayudar, colaborar, responsabilizarnos de nuestros actos, amar, etc, etc.
Por otro lado, está la toma de decisiones: que aprendan a tomar decisiones por sí mismos, a no dejarse influir excesivamente por sus iguales o, al menos, a saber ver cuándo lo que los demás les proponen no es saludable o razonable.
Por último, no podemos hablar de autonomía personal sin hablar del autocuidado. Sabemos cuidarnos cuando tenemos hábitos de higiene, cuando sabemos cuidar nuestras cosas, cuando compartimos las tareas de la casa o cuando podemos hacernos la comida o hacérsela a otra persona de la familia que lo necesite.

jueves, 21 de octubre de 2010

Mi corazón de tiza

Hay cosa que con el tiempo van cambiando;
cambia el pizarrón, cambian las tizas ,
cambiamos de aula ,nos cambian los rostros,
nos cambian las formas también las reglas.
No cambian los sustantivos
no cambian los verbos ni los adjetivos.
No cambian los rostros que vamos acumulando con el paso del tiempo;
el seño te quiero ,el seño no entiendo.
No cambia en cualquier vereda el tiron del brazo…
y el, ahí va mi seño...
Cambiarán las frases adjetivas o aquellas objetivas.
No cambiaran los rostros que pasaron por nosotros,
no cambiará el sentir de las caricias y los besos llenos de chocolate o caramelos.
Tantan cosas cambian con el tiempo,
pero lo que nunca cambiará, será mi corazón de tiza...

Mi corazón de tiza


Hay cosa que con el tiempo van cambiando;
cambia el pizarrón, cambian las tizas ,
cambiamos de aula ,nos cambian los rostros,
nos cambian las formas también las reglas.
No cambian los sustantivos
no cambian los verbos ni los adjetivos.
No cambian los rostros que vamos acumulando con el paso del tiempo;
el seño te quiero ,el seño no entiendo.
No cambia en cualquier vereda el tiron del brazo…
y el, ahí va mi seño...
Cambiarán las frases adjetivas o aquellas objetivas.
No cambiaran los rostros que pasaron por nosotros,
no cambiará el sentir de las caricias y los besos llenos de chocolate o caramelos.
Tantan cosas cambian con el tiempo,
pero lo que nunca cambiará, será mi corazón de tiza...

sábado, 2 de octubre de 2010

Antes de enseñar a aprender
(*) Prof. Flavio Cuoco

Hace unos días tuve la oportunidad de abordar un texto titulado “A propósito de enseñar a aprender”, en el que mi colega, el licenciado Marcelo Albornoz, nos ayuda a reflexionar sobre el valor de los procedimientos, “el cómo”; y desde allí, la importancia en nuestra práctica docente de “enseñar a aprender”.

En primer lugar aclaro que comparto la idea de fondo, pero con algunos matices a los que quiero referirme aquí. Existen dos aspectos en dicho texto que se dan por sabidos: el qué y el para qué. Es en esto que difiere mi punto de vista o por lo menos complementa el de mi colega…
¿Qué enseñamos? ¿Para qué enseñamos? Dos interrogantes medulares de la educación. En el qué y en el para qué se ponen en juego el proyecto de país y el rol docente, individual e institucional, que tenemos en esa construcción. Ni más, ni menos.
A mi colega le planteo que creo que son muy pocos los docentes que saben el para qué profundo de su enseñanza y muchos menos los que son conscientes del qué enseñar.
En toda esta cuestión, en primer lugar, creo que hay una ruptura muy importante y casi siempre dejada de lado: el qué, el para qué y el cómo son una unidad que al ser fragmentada, provoca las conocidas dicotomías y contradicciones educativas.
No debería haber salida a esta tríada, rozaría la esquizofrenia pensar un docente de ciencias sociales que boga por la democracia y un país cada vez más plural, y cuyos procedimientos no aceptan diversidad de opiniones; o un docente de matemática que pregone el pensamiento crítico y no trabaje fuertemente en la lectura e interpretación de datos o que deseche el aprendizaje basado en problemas.
El “qué”, tiene que ver con la selección cultural de contenidos, selección que asume unos contenidos en desmedro de otros… La selección cultural es fruto de opciones político – ideológicas.
El “para qué”, a mi entender, es el orientador del “qué” y el “cómo”. Es el horizonte hacia donde nos dirigimos, la utopía que queremos hacer realidad.
Entonces, “qué”, “para qué” y “cómo” materializan el proyecto institucional en y desde el espacio áulico. Nos recuerda Gimeno Sacristán: “La currícula, sobre todo en los niveles de la educación obligatoria, pretende reflejar el esquema socializador, formativo y cultural que tiene la institución escolar”.
Adentrarnos en el proyecto institucional, hace presente una de las facetas más importantes que, a pesar de muchos, no es posible dejar de lado: la dimensión política de la educación, porque pensar en qué enseñamos, para qué y cómo, nos posiciona en el emblemático lugar de qué adultos del futuro deseamos para nuestro país y en definitiva, qué país queremos. Y esto es lo que se juega fuertemente en el proyecto cultural y de socialización que como educadores tenemos para nuestros alumnos, es decir, en el currículum.
Gimeno Sacristán afirma que el currículum “es una opción históricamente configurada (…) cargado de valores y supuestos” por lo que no podemos mirar hacia un costado a la hora de analizar nuestra propia praxis, pero no como proceso meramente individual, como por ejemplo la famosa “autoevaluación” (conocido mecanismo de control impuesto por las corrientes de pensamiento más eficientistas y tecnocráticas que tanto auge tuvieron – y todavía tienen en ciertos círculos – hacia fines de los ochenta y especialmente durante los noventa), sino un proceso de revisión de nuestras prácticas y marcos teóricos con nustros colegas, de manera colectiva, porque, diría Paulo Freire “nadie se educa solo, los hombres nos educamos en comunidad”.
Analizar estas dimensiones nos instala en lugares quizás incómodos, pero imprescindibles para nuestra realidad y nuestro futuro como sociedad.
(*) docente y animador salesiano
¡VIVE!
No dejes que termine el día
sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz,
sin haber aumentado tus sueños
.No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer
de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras
ylas poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa
.No dejes nunca de soñar
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. Huye."
Emito mis alaridos por los techos de este mundo",dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples
.Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contrade nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes
nos precedieron de nuestros"poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros
.Los "poetas vivos"
.No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...
Walt Whitman